Motivaciones

Cada Semana, proponemos un texto, que nos motive y ayude en nuestro cometido diario, y pido, si es posible, que lo comentemos entre todos, para sacar el màximo jugo de él.

viernes, 10 de septiembre de 2010

La Tienda de la Verdad


Aún hoy día me sorprendo a mi mismo deseando por un lado saber algunas movidas que sé que jamás podrán salir a la luz, mientras que por otro me gustaría no saber algunas cosas que sé y que no hacen más que generarme dudas y atormentarme cada día un poquito más.


No es la primera vez que me veo reflexionado acerca de la verdad absoluta y su relación con la felicidad del ser humano...

¿Es necesario saber la verdad para ser auténticamente feliz? ¿O, por el contrario, es preferible ignorar ciertas cosas? ¿Preferimos una verdad incómoda a una metira supuestamente piadosa? ¿Mentir es igual que no decir siempre la verdad? ¿Estamos realmente preparados para saber toda la verdad y nada más que la verdad? ¿Y para ofrecerla?

Os dejo un texto que me encanta para que reflexioneis un poquito y me digais qué es lo que pensais al respecto.


La tienda de la verdad

El hombre paseaba por aquellas pequeñas callecitas de la ciudad provinciana. Tenía tiempo y por eso se detenía algunos instantes delante de cada escaparate, delante de cada tienda, en cada plaza. Al torcer una esquina se encontró de pronto frente a un modesto local cuya marquesina estaba en blanco. Intrigado, se acercó a la vidriera y arrimó la cara al cristal para poder mirar dentro del oscuro escaparate…En el interior solamente se veía un atril que sostenía un cartelito a mano que anunciaba:





“Tienda de la verdad”




El hombre estaba sorprendido. Pensó que era un nombre de fantasía, pero no pudo imaginar qué vendían.



Entró.


Se acercó a la señorita que estaba en el primer mostrador y preguntó:

- Perdón, ¿Esta es la tienda de la verdad?
- Sí, señor, ¿Qué tipo de verdad está buscando? ¿Verdad parcial, verdad relativa, verdad estadística, verdad completa?


Así que allí vendían verdad. Nunca se había imaginado que aquello era posible. Llegar a un lugar y llevarse la verdad era maravilloso.




- Verdad completa, contestó el hombre sin dudarlo.


Estoy tan cansado de mentiras y falsificaciones…, pensó. No quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni fraudes.




- ¡Verdad plena! Ratificó.
- Bien, señor, sígame.


La señorita acompañó al cliente a otro sector, y señalando a un vendedor de rostro adusto, le dijo:




- El señor le atenderá.


El vendedor se acercó y esperó a que el hombre hablara.




- Vengo a comprar la verdad completa.
- Ajá. Perdone, pero, ¿el señor sabe el precio?
- No. ¿Cuál es? Contestó rutinariamente. En realidad, él sabía que estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.
- Si usted se la lleva -dijo el vendedor- el precio es que nunca más volverá a estar en paz.


Un escalofrío recorrió la espalda del hombre. Nunca se había imaginado que el precio fuera tan alto.

- Gra…gracias…disculpe…balbuceó.

Dio la vuelta y salió de la tienda mirando al suelo.

Se sintió un poco triste al darse cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que aún necesitaba algunas mentiras en las que encontrar el descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo…

Quizá más adelante..., pensó.

Ahora te toca a tí intentar responder con total sinceridad: ¿Qué crees que habrías hecho tú en su lugar?

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