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Cuando vivimos, existimos, nos relacionamos, establecemos interacciones bidireccionales que a veces fortalecen, otras duelen, algunas más enseñan y otras pocas acrecientan. Es absolutamente normal porque forma parte de la fuerza existente que denominamos Vida.
Se van cumpliendo etapas con cada momento, época, lugar y persona que cumplen siempre una función determinada y absolutamente necesaria, aunque la mayoría de las veces no sea evidente en un primer momento.
Cubierta la etapa, acabada la misma, avanzamos, seguimos caminando, existiendo, pero a veces nos olvidamos de cerrarla, de terminarla, no en un sentido finalista de todo o nada, sino de lo que ella nos transmitía y en la forma en que ha transcurrido.
Igual ocurre con las relaciones, personales, fraternales, amorosas, laborales, en definitiva, vitales. Pasa la etapa, el corazón lo sabe, el alma lo confirma el espíritu te encamina sin remedio hacia la siguiente, pero tu mente, con sus cargas de prejuicios, condicionamientos, estrecheces, miras distorsionadas, ilusiones y desesperanzas, frustraciones varias, decide intervenir y te "empuja" a seguir con algo que ya no debe ni puede ser igual.
Tu única salida es escuchar la profundida de tu corazón, de tu alma, y hacerle caso, eso sí, cerrando impecablemente el círculo, amorosamente, con el corazón, no con el estómago, con el amor, no con la pasión, con generosidad y comprensión.
Eso vale para cada parte, agradeciendo las enseñanzas recibidas, el aporte efectuado, lo vivido, y deseando lo mejor. Diciendo Adios con el alma en una mano y el corazón en la otra, como sólo tu sabes y puedes hacerlo, aunque creas imposible esto que ahora te digo.
La mochila tiene sentido durante una parte del viaje, pero cuando realizas otro, en ese ínterin, descárgate de ella y vive libre, disfrutando de lo único posible que tienes más a mano: ¡¡tu SER!!
PARA QUE PENSEIS SOBRE ELLO OS INVITO A LEER U OIR UNA RELEXION DE Paulo Coelho
CERRANDO CIRCULOS
Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida.
Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto.
O cerrando puertas. O cerrando capítulos.
Como quieras llamarlo.
Lo importante es poder cerrarlos.
Lo importante es poder dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminaste con su trabajo? ¿Se acabó la relación?
¿Ya no vives más en esa casa? ¿Debes irte de viaje?
¿La amistad se acabó?
Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente 'revolcándote' en los porqués, en volver atras el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cuál hecho.
El desgaste va a ser infinito porque en la vida, TU, yo, tu amigo, tus hijos, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos. A pasar la hoja. A terminar con etapas o con momentos de la vida y seguir para adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado.
Ni siquiera preguntándonos por qué.
Lo que sucedió, sucedió.
Y hay que soltar, hay que desprenderse.
No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. No.
¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!
Por eso a veces es tan importante romper fotos, quemar cartas, destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa.
Papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar.
Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación.
Dejar ir, soltar, desprenderse.
En la vida nadie juega con las cartas marcadas y hay que aprender a perder y a ganar.
Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente.
El pasado ya pasó.
No esperes que te devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres'. Suelta.
El resentimiento, el prender 'tu televisor' personal para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte mentalmente, envenenarte, amargarte.
La vida está para adelante, nunca para atrás.
Porque si andas por la vida dejando 'puertas abiertas', por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción.
Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de 'regresar' (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron.
¡Si puedes enfrentarlos ya y ahora, házlo!
Si no, déjalo ir, cierra capítulos.
Dí a ti mismo que no, que no vuelve.
Pero no por orgullo ni por soberbia sino porque tu ya no encajas allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio, tu ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver.
Cierra la puerta, pasa la hoja, cierra el círculo.
Ni Tu serás el mismo ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto nada es estático.
Es salud mental, amor por ti mismo desprender lo que ya no está en tu vida.
Recuerda que nada ni nadie es indispensable.
Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque cuando tu viniste a este mundo llegaste sin ese adhesivo, por lo tanto es 'costumbre' vivir pegado a él y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.
Es un proceso de aprender a desprenderse y humanamente se puede lograr porque, te repito, nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad.
Pero... cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacude,suelta ...
Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!
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