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En un país muy lejano, vivía un campesino. Era el dueño de un pequeño trozo de tierra en el que cultivaba cereales y de un jardincito que hacia las veces de huerta donde la esposa del campesino plantaba y cuidaba algunas hortalizas que ayudaban al magro presupuesto familiar. Un día mientras trabajaba su campo, tirando con su propio esfuerzo de un rudimentario arado, vio entre los terrones de la buena tierra algo que brillaba intensamente, casi desconfiado se acercó y lo levantó ,era como un vidrio enorme, se sorprendió del brillo que deslumbraba al recibir los rayos del sol, comprendió que se trataba de una piedra preciosa y que debía tener un valor enorme, por un momento su cabeza empezó a soñar con todo lo que podría hacer si vendía el brillante, pero enseguida pensó que esa piedra era un regalo del cielo, que debía cuidarla, y usarla solamente en caso de una gran emergencia, el campesino terminó su tarea y volvió a su casa llevando consigo el diamante.
Sintió miedo de guardar la joya en la casa, así que cuando anocheció salió al jardín, hizo un pozo en la tierra, entre los tomates, y enterró allí el diamante, para no olvidar donde estaba enterrada la joya puso justo encima del lugar una roca amarillenta que encontró por allí, a la mañana siguiente, el campesino llamó a su esposa, le enseño la roca amarilla y le pidío que por ninguna razón la moviera de donde estaba. La esposa le preguntó porqué tenía que estar aquella extraña piedra entre sus tomates. El campesino no se atrevió a contarle la verdad, temía preocuparla, así qué le dijo:-esta es una piedra muy especial, mientras esa piedra esté en este lugar, entre los tomates, nosotros, tendremos suerte. La esposa no discutió aquel desconocido fervor supertiscioso de su marido y se las ingenió para arreglar sus tomateras sin tocar la piedra.
El matrimonio tenia dos hijos, un niño y una niña. Un día cuando el niño tenia 10 años, le preguntó a su madre por la piedra del jardín, trae suerte, dijo la madre y el niño se conformó. Una mañana cuando el niño salía para ír al colegio se acercó a los tomates y tocó la roca amarillenta, aquel día tenía que presentarse a un examen muy difícil, solo por casualidad o porque el niño fue con más confianza a la escuela, el caso es que el examen salió muy bien y el niño confirmó los poderes de la piedra, aquella tarde, cuando el jovencito volvió a la casa, llevaba una piedra amarillenta que colocó al lado de la anterior. y eso? - pregunto la madre. Si una piedra trae suerte, dos traerán más suerte aún, dijo el niño con una lógica indiscutible.
A partir de aquel día, cada vez que el niño encontraba una de aquellas piedras, la llevaba junto a las anteriores. Como en un juego de complicidades o por acompañar a su hijo, también la madre empezó al poco tiempo a apilar piedras junto a las el niño. La niña en cambio creció con el mito de las piedras incorporado a su vida, de pequeña le habían enseñado a apilar piedras amarillas al lado de las anteriores. Un día la niña trajo una piedra verdosa y la apiló con las anteriores. que significa esto jovencita? -Le increpó la madre, pues me ha parecido que la pila podía quedar más bonita con un toque verdoso, explicó la joven. De ninguna manera hija, quita esa piedra de entre las otras, pero porqué no puedo poner esa piedra verde con las demás?...se queda bien, dijo la niña.
Porque... balbuceo la madre. Ella no sabía porqué solo traían suerte las piedras amarillas, solo recordaba las palabras de su marido, diciendo que una piedra como esta entre los tomates trae suerte. ¿Porqué mami, porqué? -pregunto la jovencita que siempre había sido bastante rebelde. Porque... porque las piedras amarillas traen suerte solo si no hay de otro color cerca, inventó la madre. Eso no puede ser, contestó la niña, porque no van a traer igual suerte si están con otras? ...bueno, porque las piedras de la suerte son muy celosas. ¡Celosas! Repitió la joven con una risa irónica, piedras ¿celosas? eso es ridículo, mira yo no sé de los porques ni de los por qué no de las rocas si quieres saber más pregúntale a tú padre... y se fue a hacer las cosas no sin antes retirar la intrusa piedra verdosa que la niña había traído, esa noche la jovencita esperó hasta tarde, espero a que su padre volviera del campo.
Papi ¿porqué las piedras amarillas traen suerte? le pregunto nada más entrar y porque las verdosas no? y porqué las amarillas traen menos suerte si hay una verde cerca? y porque tienen que estar siempre entre los tomates? y... Hubiera seguido preguntando antes de encontrar una respuesta si no fuera que su padre levantó la mano en señal de alto. Mañana.. mañana saldremos juntos al campo y contestaré a todas tus preguntas, y porqué hasta entonces? quiso seguir la joven, mañana hija mañana. Al día siguiente muy temprano cuando todos dormían en la casa, el padre se acercó a la joven, la despertó con ternura, la ayudó a vestirse y la llevó con él al campo. -Mira hija, le dijo; hasta ahora no te he contado esto, porque creía que no estabas preparada para conocer la verdad, pero hoy, hoy me he dado cuenta que has crecido, que ya empiezas a se una mujercita y estás en condiciones de cualquier cosa, de guardar cualquier secreto que sea necesario. -¿Que secreto papá? ...te lo diré, todas esas piedras están entre los tomates para marcar un lugar determinado del jardín, debajo de esas rocas está enterrado un valioso diamante, es el tesoro de ésta familia, yo nunca quise que los demás lo supieran, porque me pareció que no se habrían quedado tranquilos, así como hoy comparto el secreto contigo, tuya será desde hoy la responsabilidad de este secreto familiar. Algún día sabrás que alguno de ellos, tiene que ser informado sobre el secreto. Ese día llevarás a tú hijo lejos de la casa, le contarás la verdad sobre la joya escondida, como yo te la estoy contando a ti, el padre besó la mejilla de su hija y siguió. Guardar un secreto consiste también en saber cuando es el momento y quién es la persona que puede ser digna del mismo, hasta que no llegue el día de elegir, debes dejar que las demás miembros de la familia, todos los demás crean lo que quieran sobre las rocas amarillas, verdes o azules. Puedes confiar en mí papá, dijo la jovencita y se irguió para parecer mayor. Pasaron los años ,el viejo campesino murió y la jovencita se hizo mujer, también tuvo sus hijos y de entre todos ellos, hubo uno sólo que supo en su momento el secreto del brillante, todos los demás creían en la suerte que traían las piedras amarillentas, durante años y años, generación tras generación los miembros de aquella familia, acumularon piedras en el jardín de la casa, se había montado allí una montaña de piedras amarillentas, una montaña a la que la familia honraba como si fuera un enorme talismán infalible, solo un hombre o una mujer de cada generación, era depositario de la verdad del diamante, todos los demás adoraban las piedras...
Un día vete tú a saber porqué el secreto se perdió, quizá un padre murió súbitamente, quizá un hijo no creyó lo que le contaron, lo cierto es que desde aquel momento, hubo quienes siguieron creyendo en el valor de las piedras y hubo también quienes cuestionaron aquella tradición, pero nunca más nadie se acordó de la joya escondida....
Este cuento que acabas de leer, es apenas algunas piedras...,piedras verdes, piedras amarillas, piedras rojas.. Este cuento ha sido escrito y contado solo para señalar un lugar, solo para mostrar un camino. El trabajo de buscar dentro, en lo profundo del relato el diamante que está escondido,...eso, es tarea de cada un@ de vosotr@s. Jorge Bucay